Entre el tímido sonar del verde follaje
emergieron extenúes las lilas aleteando mañanas
ahora desfallecen ante el sol de mayo
cuando la calima albergó dolor en su salvia.
Pobre el alma mía, endeble, postergada.
Llegó gimoteando, lágrimas imperceptibles
así llora mi dolor, en la incipiente herida
en la gota primeriza que inició el dolor.
De nácar la luna vivió esa noche, ceñuda
así, como en un lecho las soñolientas estrellas.
Pestañeando brillos de plata.
Allí, los besos escondieron tan pesado manto
hundiéndome en unas lágrimas perturbadoras
las sombras, condujeron las auroras mas primerizas
¿Cuando se perdió ese candor... el aroma y la flor?
¿Donde anclaban, las flores desgarradas,
de tijas... de hojas, sedientas de lagos?
Nuria.
De nácar la luna vivió esa noche, ceñuda
ResponderEliminarasí, como en un lecho las soñolientas estrellas.
Pestañeando brillos de plata.
¡Muy bonito Nuria!
Muchas gracias Marisa, me alegro que te gustara, poeta
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