En sus ojos dos ráfagas, como dos cometas se arrastraban
eran cien veces mas grandes que la vida
con que larga estela me amaron
esa alma, que esa noche buceo en su esencia...
la mía, un pedazo de lava humeante.
Mis ojos eran dos aureolas negras, ácidas
dos santuarios, que el tiempo los hizo infranqueables.
Aquella diáfana noche, sedujo hasta el silencio,
como una ola inabordable,
¡Tantos... como naufragios, hubieron de besos!
O amor cuanto aroma esparcían mis pechos
sin tu saber el oxido de mi alma.
¿Con que magia se podría escapar una noche tan nítida?
Entre el espacio, volaron unos rayos livianos
tan alados llegaron, como se marchitaron
con que larga estela... fue todo olvido
ahora palpo esa noche famélica,
que los años la deslizan en el recuerdo.
Noche... opulenta.
Nuria.