Tan trepidaste viniste, como fuego ardiendo
y brindaste tan indeleble día, en tan vasto vidrio
yo te creía prodigioso, con esperanza perenne
me envuelves tras aromas de incenso... de sándalo
y conviertes besos esperanzadores, en astros inertes.
Y ese amor tuyo, mío, que ardía... se esconde...
En tan ciénega lúgubre, y bajo espinas de cardos
y en mi vientre, custodio espigas engendrando
solo un viento suave las balancea, vibrantes .
Nace la eterna flor de fuego, que alumbra el trigo.
Trigo verde, te bebes el sol, y apareces radiante
alma, mi alma, la tuya, contigo me elevo o me hundo
cuando de ti me alejo, un astro arde poderoso
llegaste, como rocío de perlas.
Nuria.
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