Como un gran imperio apareciste
grande, vibrante, deslizando luz a mi herida
yo, te guardaba como una veneración
te acechaba silenciosa... Sutilmente
aun si mis ojos hubieran sido ciegos
y un rayo hubiera alcanzado mis cansancios
y el cielo hubiera temblado de repente...
ni una mínima sombra se hubiera interpuesto
esa... la noche en el silencio llovió cieno.
Tú, vienes soberano ornamentando tu oropel
eras dueño rey, alma contra alma
te creías ganador en la batalla
no sabias que mi alma vibra en la sombra
entre zarzales escondo las lágrimas
y la bravura la expongo y renace,
blanca, como la difunta palidez
tú, habías sido venerado,
yo, seguiría siendo lirio y tú, el polen.
Nuria
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Me encantan tus poesías Nuria. Felicidades de todo corazón.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte desde Segovia.
Gracias Marisa, desde Perú, ojala pueda decir pronto desde Tarragona, besos
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