Quizá aquel día se fue compactando el cielo,
y la luna redonda y clara como un mundo
tal vez, era la noche precisa y hambrienta
de no haber sido así, ni tú, ni yo, nos hubiéramos amado.
Hasta encontrar de pronto, el inmenso glacial de nieve
y derretirlo juntos, en un calor templado y cercano,
en amor creciente, vestido blanco,
de rosadas auroras de primaveras.
Nuria.
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